jueves, 15 de abril de 2010

Ernesto El Embobado

Elena Estévez —española extremadamente efusiva— era elegante, exquisita. Emanaba efluvios enervantes, evidenciaba espíritu extraordinario. En escueto elogio: encantaba. En encontrándola, empezaba el embrujo. Esto exactamente experimentó Ernesto Echegoyén, emigrante europeo, ex embajador estoniano.

Enamoróse.

Encontrábase entonces Ernesto en el Ecuador, en “El Exeter”. Ella emergió en el espejo, esplendente, escotada, envuelta en encajes. Efectivamente estaba en la escalera.

Enardecido, exaltado, Ernesto empezó espetándole exabruptamente escandaloso exordio:

—¡Espléndido ejemplar!

Enseguida emitió explicaciones.

—Excúseme. Experimenté encantamiento. Estoy enfebrecido. Eres escencia, elíxir, estandarte. Estoy embrujado, enajenado, encadenado.

Ella, endiablademente elástica, escapó, envolviéndolo en enigmático estupor. Ernesto estaba eufórico, ebrio en eclipse, en el Edén.

Elena empezó esquivándolo. Empero, enseguida entendiéronse. Escarceos. Esporádicos encuentros. Enternecidas epístolas. Enojos, explicaciones. Epílogo: enlace.

Ernesto extremadamente encariñado escribía: “Estamos embelesados. Estaremos eternamente en esta etapa. Elegí estupendamente. Es esposa excepcional”.

Espejismo. Encanto, embriaguez, esfumáronse evanescentes. En el enlunamiento ella esperaba emociones extraordinarias. El encandilamiento, en escarpadura en el empiezo, estropeóse enteramente. Él eludía encuentros, escalonaba excesivamente embestidas. Ella era extrovertida; él, ensimismado. Ella era erótica; él, esotérico. Ella era eléctrica; él, esquimal.

Empezaba enero, Ernesto engolfado evitando escoltas, emprendía excursiones, examinaba ermitas enruinadas, entrenábase en esgrima, enterábase estrenos. Entreteníale especialmente el escenario. En el “excelsior” exhibían “Electra”. Ellos estarían –expuso Ernesto– en el espectáculo. Elena evadióse explicando encontrábase enferma. Ernesto, empero, enfrentaba estigma, encuernadura.

En el encuentro, entreviendo Enrique Echeverría, ella estremecióse. Él, exteriorizó estupefacción.

En época extinguida, Enrique engrosaba elenco equipo endamados Elena. Estaba Elías –el enano–, Edelmiro –el equívoco–, Evelio –el energúmeno–, etcétera, etcétera.

Encendióse el enamoramiento Enrique estimaba extirpado, erradicado. Empero estaba exuberante, enaltecido. Escuchando excusa Elena, enseguida empeñóse en embrujarla, en escamotearla Ernesto. Empezaría exhumando episodios eróticos, enardeciéndola.

Escuchando excusa Elena, Enrique esbozóle estratagema , encaminándola encuentro escorpiónico.

—En el estreno Electra espérame evocaremos era esplendorosa. Evade espionaje.

Elena ejecutó encargo eficazmente, excluyendo encargados escudarla, escoltadores, espías.

Enrique entró estancia esposos ensorbecido. Eliminó expresiones enmohecidas. Entrometióse engallado, en exacta ejecución.

Ensanchóle escote. Elevóle enaguas. Empujóla. Empelotáronse, enlazáronse enredando extremidades. Encajáronse, enchufáronse.

Encabritados exageraron el engolosamiento. Ergo extenuáronse. Entonces, encalmados, estipularon escaparse, evaporarse. Enviarían emisario enterara Ernesto engañifa, explicándose esconderíanse en espacios exóticos: Esmirna, Estambul, etcétera, evitando encontrar entes estorbosos.

Emisario encargóse explicar Ernesto engaño Elena.

Elena era... (evitemos expresiones espinosas).

Enterado el encuernado, entristecióse, empuñó estilete envenenado, empujó... Ennegrecióse epidermis... Expiró.



De “Cuentos del Alfabeto”. Tomado del suplemento cultural 3000 edicion del dia 22 Abril 2006


JOSE MARIA MENDEZ
El escritor y jurista José María Méndez -cuya sagaz prosa se caracterizó por poseer una veta del humor más fino, humor que realizó amplísimas descripciones del entorno nacional y dió vida a una serie de personajes en los ambientes más sórdidos y oscuros- ha muerto en la recién pasada Semana Santa.
Con su partida las letras nacionales y centroamericanas se quedan sin uno de sus mejores creadores.
Su estilo se complementaba entre el humor ágil, picante e irónico y narraciones de tipo existencial y filosófico.
Son memorables sus «Cuentos del alfabeto», utiizando palabras con la misma vocal para construir toda la pieza literaria.
Vaya este pequeño y humilde homenaje al autor de «Tiempo Irredimible», «Coctel Cianurado», «El Puente» y otros geniales cuentos, en las ediciones del Suplemento
Cultural Tres Mil y también en la sección Aula Abierta.

Mi valoracion: Leer los cuentos del Alfabeto, es como un viaje en tren: saltos a intervalos continuos con agradables baches sonoros... es una delicia pura para el oido.

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